De la
misma manera que hay factores que contribuyen a la globalización de la economía
y de que las empresas tomen el mercado exterior como una alternativa para
sobrevivir o hacer crecer su negocio, también existen otras variables que
favorezcan la complejidad de los mercados externos que favorecen la
localización de la actividad empresarial y con ello hacen posible que las
empresas que trabajan en ámbitos geográficos reducidos, o las pymes
internacionales que adaptan sus productos, pueden competir con las
multinacionales. Cada mercado internacional es diferente y las reglas que se
aplican en un mercado pueden no servir en otro; se debe tener en cuenta las
características de los mercados que se afrontan para llegar adecuadamente al
nuevo consumidor sin importar en qué lugar del mundo se encuentre. El hecho de
que algunas grandes marcas norteamericanas (Niké, Levi Strauss, Coca-Cola o
McDonald’s) ofrezcan el mismo producto a clientes situados en Nueva York,
Buenos Aires, Varsovia o Delhi no debe llevar a la apreciación de que los mercados
exteriores son muy parecidos entre sí.
Si estas empresas han conseguido
un producto global es gracias a que mediante enormes inversiones en publicidad
han sabido transmitir una imagen de marca a un segmento homogéneo del mercado
mundial de sus productos. Sin embargo, los consumidores mundiales siguen siendo
muy diferentes y, en algunos casos, esas diferencias lejos de reducirse son
cada vez mayores.
6.1.- Económicas.
Las
empresas suelen iniciar su expansión internacional por los países vecinos,
debido a la cercanía física y al ahorro en fletes, costes logísticos,
conocimiento del mercado y habitualmente por similitud económica y de gustos de
los consumidores. Pero cuando lo que se quiere es globalizarse a nivel mundial
hay que tener muy en cuenta las diferencias económicas entre los distintos
países. Según el Banco Mundial http://www.bancomundial.org/
En su
informe de 2010 indica que los 26 países más fuertes económicamente representan
más del 80% del PIB mundial. La concentración en regiones económicas de estas
economías es latente, así de las 26 más grandes 10 de ellas pertenecen a la
Unión Europea; 3 a Norte América (considerando a México como parte de esa
región); 7 a Asía, 2 a Oriente Medio (Irán y Arabia Saudí); y una en América
del Sur (Brasil), Europa (Suiza); una en Oceanía (Australia) y otra en la
Comunidad de Estados Independientes (Rusia).
Si lo
que se compara es el PNB per cápita (Producto Nacional Bruto; que mide en
dólares la cantidad de bienes y servicios finales que un país produce mediante
sus factores de producción y vendidos en el mercado durante un año. Se excluye
a los extranjeros trabajando en el país y se incluye a los nacionales
trabajando en el extranjero, dividido por su población) en la mayoría de los
casos puede ser un listado no todo lo realista que se debe ya que afectan
factores de identidad de muchas empresas que aunque son nacionales de un país,
realmente su matriz es de otro y por tanto mediante diversas técnicas contables
los beneficios en muchos casos no se pagan en el país en el que se producen.
Aún así, según “Cia World Factbook” prácticamente esos 26 países más
importantes las zonas geográficas cambian; Oriente Medio tiene 6 economías en
ese grupo; La Unión Europea tiene 8 países; Europa le sigue con 5; Caribe,
Norte América y Asía tienen a dos países cada una en ese grupo y África uno
(Guinea Ecuatorial). Si se hace por PIB per cápita los resultados son similares
y nos demuestran que en los países más pobres del mundo según el Banco Mundial
en 2010 Republica Democrática del Congo y Liberia tienen una cifra inferior a
400 dólares, los países ricos como Luxemburgo y Qatar superan los 80.000
dólares. El 60% de la población mundial, que vive en 57 países, tiene una PNB
medio per cápita inferior a 10.000 dólares frente a los 38 países más ricos que
superan todos ellos los 25.000 dólares.
También hay diferencias en la distribución de la renta: países con una renta
media-baja como China, Brasil, México o Rusia, tienen grupos de población
importantes con un alto poder adquisitivo.
Además
de las cifras absolutas y relativas de PNB y del PIB, hay que considerar las
tasas de crecimiento en los últimos años y la perspectiva a medio plazo.
También aquí se producen grandes diferencias. Así, en los primeros años de este
siglo, la única zona que ha crecido de forma significativa ha sido Asía
(7%-9%); Estados Unidos ha mantenido un crecimiento moderado (3%), mientras que
la UE y Japón han presentado cifras cercanas al estancamiento (1%-2%). Por lo
que se refiere a los países emergentes, también ha habido grandes divergencias
entre aquellos que han experimentado crecimientos significativos (Rusia, Chile
o Sudáfrica) y los que han experimentado recesión (Argentina o Venezuela).
6.2.- Culturales y religiosas.
Las tradiciones y los valores determinan
lo que se considera correcto o apropiado, lo que es importante y lo que es
deseable. En la mayoría de los países occidentales se valoran sobre todo los
bienes materiales –aunque de forma diferente en cada país-, mientras que esta
actitud se considera negativa en algunas culturas orientales. En sociedades
como la japonesa o la alemana se valora el ahorro, mientras que en los países
mediterráneos se inclinan más hacia el consumo. En Estados Unidos o Brasil
existe una cultura hacia lo joven; por el contrario, la cultura oriental se
inclina más hacia lo tradicional. En ciertas comunidades (musulmana, judía) la
religión condiciona en gran medida la vida de sus miembros (Normas Kosher y
rito Halal).
La transmisión de mensajes y la forma de
negociar también es muy distinta entre unos países y otros. Se pueden
distinguir dos grandes bloques de culturas: cultura de “bajo contexto”, en las
que el mensaje se transmite de forma explícita, sin rodeos –se dice lo que se
quiere decir- , y culturas de “alto contexto”, en las que el lenguaje no verbal
tiene más valor que el mensaje en si mismo. Los países centroeuropeos y las
culturas anglosajonas son un ejemplo de las primeras, mientras que los países
latinos se sitúan entre la segunda.
Las diferencias en el entorno cultural y
los valores de las sociedades generan el primer problema de comercio
internacional. Entender las costumbres,
hábitos y preferencias de las sociedades es garantía de una aproximación
exitosa a mercados foráneos. Cuando se confunden los valores propios con los
valores de las sociedades con las que se busca establecer una relación
comercial se pueden introducir productos o servicios de manera inadecuada y con
el riesgo de que los consumidores no entiendan lo que se les ofrece.
6.3.- Lingüísticas.
El
idioma es el principal soporte de la cultura. Se estima que en el mundo existen
unos 3.000 de idiomas, por lo que si consideramos que hay alrededor de 200
países, en muchos de ellos se habla más de una lengua. Suiza por ejemplo, tiene
tres lenguas oficiales (alemán, francés e italiano), Canadá dos (francés e
inglés); en Bélgica se habla francés y el flamenco; en China, aunque el idioma
oficial es el mandarín, se hablan ocho lenguas más. De acuerdo a una encuesta
realizada a jóvenes europeos (excluyendo a los británicos) entre dieciséis y
veinticuatro años, sólo el 12% declara hablar inglés con fluidez; el inglés
está lejos de ser un idioma universal.
Las
empresas que se dirige a mercados exteriores deben adaptar su documentación
promocional, mensajes publicitarios, manuales de instrucciones, etc., al idioma
local. Además, tendrá que hacerlo con las expresiones, giros lingüísticos y
argot propios del público objetivo al que se dirige. No sirve hacer
traducciones literales, ni utilizar programas informáticos de corrección
gramatical.
Un
aspecto importante es evaluar los elementos positivos y negativos desde el
punto de vista lingüístico de las marcas que se van a utilizar. Los japoneses,
por ejemplo, han tenido el acierto de utilizar marcas –Sony, Honda, Panasonic,
Toyota- muy fáciles de recordar.
6.4.- Legales.
El
marco legal para las operaciones de comercio exterior e inversión extranjera
sigue siendo diferente de unos países a otros o de un bloque económico a otro.
Las distintas legislaciones suponen en muchos casos barreras a la entrada de
productos o empresas extranjeras, impuestos de forma intencionada por los
gobiernos para proteger su industria. En algunos casos estas medidas legales
son eventuales pero en otros son realizados de forma cuasi permanente o al
menos en un periodo de tiempo grande.
Básicamente
se pueden distinguir tres tipos de barreras:
·
Fiscales: aranceles e impuestos a
la importación que encarecen los productos extranjeros frente a los locales.
Son las llamadas barreras arancelarias.
·
Cuantitativas: contingentes, cupos
o cuotas de importación, que establecen lintes a las cantidades máximas a
importar, bien sea en valor o en unidades.
·
Técnicas: normas sobre seguridad,
sanidad, salud o medio ambiente que suponen un alto coste de adaptación.
·
Restricciones a las salidas de
divisas del país, con lo cual los importadores no pueden hacer regularmente las
obligaciones en los pagos contraídos.
·
Prohibiciones: son las medidas más
drásticas, pero en algunos casos y debido principalmente a problemas políticos
existen prohibiciones de importar productos de un país determinado, de una
marca o de un producto en concreto.
Como
norma general, puede decirse que a medida que el grado de desarrollo de un país
es más elevado, menores son las barreras arancelarias y cuantitativas y mayores
las técnicas. Alemania, Estados Unidos y Japón son los países que tienen una
normativa más exigente para las importaciones. En Japón, por ejemplo, los
cables eléctricos tienen que tener 16 kilos en lugar de 12 como en el resto del
mundo.
6.5.- Hábitos de consumo.
Debido
a los numerosos cambios que se han experimentado en las últimas décadas, los
hábitos de consumo de los ciudadanos no son ajenos a ello. Se dice que en la
actualidad la sociedad en general es consumista y atrapada por los medios de
comunicación que proponen tendencias y marcas. No obstante a nivel global, las
decisiones de compra se encuentran muy influidas por la tradición y las
características personales de los compradores, no sólo por sus ingresos, sino
también por su patrón de comportamiento, su grupo de pertenencia y por los
grupos de referencia a los cuales quiere parecerse.
La era
de Internet ha cambiado los parámetros con que se manejan los gustos, y los
costos decrecientes en comunicaciones y acceso a la red han reforzado esta
tendencia. Internet cambia la lógica del consumo, porque cambian los tiempos y
el acceso a la información, entre otras razones. Los tiempos de desarrollo y
consolidación de un producto se han reducido dramáticamente. Los clientes en
todo el mundo acceden a información de la empresa y sus competidores en el
momento del lanzamiento.
Las
diferencias culturales, sociológicas y económicas existentes en el planeta
hacen que aunque los gustos mundiales tiendan a la globalización los aspectos
de cada región son distintas de unas a otras; influyen factores tales como el
poder que tiene la mujer y su poder de decisión; educación juvenil, etc. Pero
incluso dentro de una misma región aparentemente homogénea, existen
diferencias:
·
En Italia se consume una media de
75 litros de vino al año por persona y 2 kilos de chocolate, mientras que en el
Reino Unido la proporción es inversa: 18 litros de vino y 8 kilos de chocolate.
·
El consumidor ingles compra los
productos de panadería industrial en envases de colores que no permiten ver el
contenido, mientras que en España se utilizan envases transparentes.
·
En Francia los lavavajillas son de
carga frontal. En Alemania e Italia son de carga superior.
·
Los lavabos en el Reino Unido
tienen dos grifos, mientras que en Europa continental se ha impuesto el mono
mando.
6.6.- Canales de distribución.
Otra
diferencia fundamental son los canales de distribución, sobre todo si tiene en
cuenta que en la mayoría de operaciones de comercio exterior el exportador no
llega a cliente final. La longitud del canal condiciona la entrada de
proveedores extranjeros.
La
distribución en Japón está muy atomizada; al existir varios niveles, las
relaciones entre fabricantes y comerciantes son más estables, lo que dificulta
la entrada de nuevos competidores, ya que significaría alterar esa relación. En
Estados Unidos la cadena es larga, con importadores especializados en la compra
de productos extranjeros que a su vez venden a distribuidores regionales. En
Europa, la cadena es más corta, pero siguen existiendo grandes diferencias en
la estructura del sector detallista. En Francia los hipermercados son los
grandes protagonistas de la distribución, en el Reino Unido priman los grandes
almacenes, en Alemania, Holanda y Suiza las cadenas sucursalitas están muy
desarrolladas, en Italia más del 50% de las ventas al detalle se sigue haciendo
en tiendas independientes.
La
elección del mejor canal de distribución debe considerar la posibilidad de
entrega directa del producto al comprador o la hipótesis de intermediación, a
trabes de la utilización de importadores, mayoristas y minoristas por parte de
ellos.
6.7.- Competencia.
La competencia existe en todos los
mercados y por ello es fundamental saber cuál es la competencia con la que se
va a encontrar el exportador o el inversor y no solamente analizando a las
empresas locales, sino también a los exportadores que se encuentran en esos
mercados. Hay que considerar la fuerza de la competencia, el motivo de éxito de
los competidores más importantes y la posibilidad de competir entre ellos.
El precio de venta de productos a ser
exportados deberá ser calculado de manera que pueda competir con similares de
otros países importadores y con los ofrecidos por otros países. Definidos los
precios y las cantidades de producto a ser comercializados el exportador podrá
conocer las posibilidades de establecerse en el mercado y verificar si la
actividad tendrá rentabilidad efectiva. Para eso, es preciso prever, con
exactitud, los costos de comercialización, o sea, el valor que será gasto para
concretar la venta. Los precios deben ser establecidos entre los techos mínimos
y máximos. El desvío de esta franja de competitividad traerá prejuicios.
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